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Manifestación en Madrid en defensa de la minería del carbón

Por desgracia, la problemática de la minería del carbón vuelve a estar de actualidad. En el año 2010, en Plumilla berciano hicimos un seguimiento de las movilizaciones mineras ocurridas por aquel entonces, que parece que no han servido de mucho. Y ahora, en menos de 2 años, lamentablemente, los mineros han tenido que volver a echarse a las calles y a encerrarse en los pozos. El sector estaba tocado de muerte y parece que esta vez podrían haberlo hundido definitivamente. Aunque en este caso concreto no ha sido la Unión Europea ni otro tipo de factores externos, sino que el verdugo es nuestro propio Gobierno. Y es que, resumiéndolo mucho, el Ejecutivo popular de Mariano Rajoy, con su ministro de Industria, Energía, y Turismo, José Manuel Soria (@jmsoria), al frente, han recortado el 63% de las ayudas a la producción de carbón nacional ya comprometidas. Un hecho que se une al resto de despropósitos llevados a cabo durante los últimos años y que provocará, inevitablemente, el cierre de las explotaciones mineras, una tremenda pérdida de miles de empleos (directos e indirectos) y la muerte y despoblación de las cuencas mineras y de todas sus áreas de influencia.

Pero aún estamos a tiempo de que esto no ocurra. Por lo que os invito, a todos los que podáis venir a Madrid mañana, jueves 31 de mayo, y a todos los madrileños vinculados o no al carbón y a sus zonas de producción, a que acudáis a la manifestación que se iniciará a las 11 de la mañana en los aledaños del Estadio Santiago Bernabéu y que concluirá en el Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Aprovecho para transmitiros los motivos por los que yo voy a asistir, que espero que sirvan para contextualizar la situación.

Es muy complicado explicar a personas que no hayan tenido relación con la minería este problema. Y en mi caso más difícil, pues soy, por decirlo de alguna forma, juez y parte. Soy hijo de mineros y puede que no sea del todo objetivo, aunque los hechos son los que son y trataré de transmitirlos con la máxima honestidad. Por otra parte, también es comprensible que muchos ciudadanos no entiendan estas reivindicaciones en estos tiempos en los que vivimos, y más con la que está cayendo, con la crisis como excusa. Sinceramente, puede resultar raro que a estas alturas los mineros se tengan que manifestar y volver a repetir las mismas luchas llevadas a cabo hace 20 años o incluso hace 50, pero es que no queda otra. Os aseguro que no lo hacen por gusto ni por molestar a nadie, sino para defender su trabajo, a sus familias y, de paso, a sus localidades y regiones. ¡No les queda otra!

Muchos pensarán que, como ocurrió en otros sectores, estos profesionales están condenados a una reconversión. Y puede que no les falte razón. De hecho esta ya se ha producido y continúa. Está claro que el modelo productivo está cambiando poco a poco y que en el futuro este no podrá ser igual que en el presente ni mucho menos como en el pasado. Pero es que en las cuencas mineras de España las cosas no se han hecho bien y ahora, más que nunca, estamos pagando las consecuencias. Por poner un ejemplo, en el caso concreto de las comarcas leonesas del Bierzo y Laciana la reindustrialización minera ha sido un fraude. Ha servido para que unas cuantas compañías «alternativas» se llenaran los bolsillos con subvenciones y para que unos pocos empresarios mineros diversificaran sus participaciones industriales. Si a esto sumamos que en España el único recurso energético autóctono es el carbón y que el Gobierno y la Unión Europea están investigando como lograr que su quema no emita CO2, -en Ponferrada y Cubillos del Sil, a través de la Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden)– entonces la reserva estratégica de este mineral es capital y las movilizaciones para que exista un futuro mejor necesarias. Aunque no quiero repetir argumentos ya expresados en otras entradas anteriores como: Si esto no se arregla… guerra, guerra, guerra; Segunda Marcha NegraAún no está todo arreglado…, y en La Problemática del Carbón Autóctono.

Os recomiendo consultar estos post si no estáis familiarizados con el tema, para haceros una idea de la dimensión real del problema.

También no es menos cierto que El Bierzo y Laciana tienen que empezar a mirar con ganas a otros sectores productivos, como son el agroalimentario y el del turismo, sin dejar a un lado la reserva estratégica de carbón, junto con la producción de fuentes de energía realmente alternativas y renovables.

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La problemática del carbón autóctono

Recientemente, el periódico Diagonal publicó un artículo de opinión mío sobre la minería, tanto en su edición en papel como en su versión online.

Aquí os lo dejo, «La problemática del carbón autóctono»,  por si os resultase de interés, debido a la temática:

La minería del carbón en España está pasando por una de sus horas más bajas. Aunque con sus protestas –marchas mineras, encierros, huelgas de hambre, manifestaciones, etc.- los mineros consiguieron hace unos días que la Unión Europea ratificase el “Real Decreto del Carbón” elaborado por el Gobierno, que obliga a ciertas centrales térmicas a que su consumo de carbón nacional sea del 15% hasta el año 2014, aún no está todo arreglado. Ciertamente, todavía queda mucho por hacer. Y es que esta nueva normativa sólo prorroga un texto similar al que ya se había aprobado en 1997 y que dejó de estar en vigor hace unos cuantos meses.

Pero el problema no es nuevo, viene de largo, pues la historia no deja de repetirse desde hace 20 años. Cabe rememorar que España, en el seno de la Unión Europea, vio por aquel entonces como sus explotaciones mineras dejaban de ser rentables. La realidad es que a las empresas propietarias de centrales térmicas les resulta más barato transportar el carbón desde Polonia, Rusia, Sudáfrica o China que consumir el autóctono. Por ello, tanto España como la UE apostaron en su momento por realizar una reconversión industrial en las cuencas mineras españolas, que fue un fracaso, mientras mantenían ciertas explotaciones abiertas para poseer una reserva estratégica de mineral.

En el caso concreto de las comarcas leonesas de Laciana y El Bierzo –que podría ser extensible a otras muchas- la reconversión minera nunca fue tal, pues no se llegó a producir una verdadera reindustrialización. La mayor parte de los fondos destinados a ello fueron a parar a zonas en las que nunca existió una bocamina. Además, las diversas administraciones aprovecharon el poco dinero que quedaba para utilizarlo en obras que ellas mismas deberían de haber financiado con los impuestos de estos ciudadanos, tal y como se hace en el resto de las regiones, pues son tan contribuyentes como el resto. Para disimular, éstas dieron las máximas facilidades a cuatro o cinco compañías “alternativas” para que se instalasen allí, a las que cuando les fue un poco mal el asunto optaron por hacer ERES, despedir a empleados o levantar todo o parte del chiringuito para llevárselo a cualquier otro lado donde producir más barato. Se les regaló suelo y dinero, pero las administraciones no se dotaron de los mecanismos necesarios para evitar que se produjese la cruda situación que actualmente viven sus habitantes.

Y es que con la llegada de la famosa crisis, que ha pegado mucho más fuerte en estas regiones mineras, la situación se ha recrudecido debido a diversos factores. Uno de ellos es que las centrales térmicas no queman el carbón autóctono. Prefieren apilarlo en sus parques de almacenamiento de carbones y cuando estos se llenan, no compran más. Problemática que intentó resolver el Gobierno con la creación, en julio de 2009, de un almacenamiento estratégico temporal de carbón autóctono, gestionado por Hullera del Norte S.A. (Hunosa), sociedad de propiedad estatal ubicada en Asturias-. El Real Decreto que les obligaba a consumirlo ya no estaba en vigor y hubo que redactar otro. El Gobierno lo hizo en febrero de este año y lo publicó en el BOE, pero la UE le recomendó modificar ciertos puntos que podían chocar con las leyes de la competencia. Así lo hizo, pero pasaron varios meses hasta que la Unión le dio luz verde, motivada por la presión de las movilizaciones de estos trabajadores, pues de no haber existido éstas probablemente seguiría en un cajón.

Además, algunos empresarios mineros optaron por la vía rápida de no pagar a sus empleados. Desde hace muchos años es la primera medida que suelen tomar. Los obreros no cobran y estos se ven obligados a manifestarse, tanto por su sueldo como por su futuro. Tristemente, no les queda otra salida que no sea la de reclamar lo que es suyo, mientras indirectamente le hacen el trabajo sucio a los que luego recogen los frutos sin mover un dedo. Los empresarios se quejan de falta de liquidez y aseguran no poder hacer frente a las nóminas de los trabajadores hasta que las térmicas les compren carbón y reciban subvenciones, a pesar de que se les adelantó hace meses el dinero correspondiente a todo el año 2010. Aún así, lo consideran insuficiente. Debido a esto, los mineros de León, Palencia y determinadas zonas de Asturias acumularon hasta hace bien poco 2 meses de impagos. Una vez más los propietarios de las explotaciones utilizaron a sus empleados como escudo para presionar. Hay cosas que no cambian y siempre acaban pagando los platos rotos los de siempre.

Asimismo, en el caso concreto de las cuencas de León y Palencia, la titularidad de las minas está concentrada en manos de muy pocos empresarios. Alguno de ellos ha aprovechado el dinero de las subvenciones por explotación de carbón para crear otras compañías en las que diversificar los sectores en los que tienen invertido su patrimonio, en lugar de utilizarlo en las organizaciones mineras, que es la razón para la que realmente se da. Con tantas subvenciones públicas recibidas, las minas pertenecen más a las instituciones que a los propios dueños. No vendría mal, que, como en el caso de Hunosa, fuese el Estado el que gestionase las explotaciones. Parece razonable, pues, pensar en la intervención de las mismas y la nacionalización del sector minero del carbón.

Fuente Imagen: Diario Diagonal / Fuente Imagen: Diagonal.  Christian_Gonzalez_Garcia

Fuente Imagen: Diario Diagonal / Christian Gonzalez Garcia

Segunda Marcha Negra

Hoy más que nunca es uno de esos días en los que me gustaría estar en mi Toreno natal. Aunque desearía estar allí, me es imposible porque me encuentro en Madrid.

Me suelo caracterizar por añorar mi tierra, pero en este caso no es sólo eso, sino que acaban de llegar a Toreno los 200 mineros integrantes de la “Segunda Marcha Negra”, que están recorriendo por etapas la distancia que separa Villablino de León, pasando por Ponferrada -más de 170 km.-. La protesta, que emula a su antecesora “Marcha Negra” -celebrada en el año 1992, en este caso entre Villablino y Madrid-, pretende buscar de forma pacífica una solución al negro futuro del sector del carbón. Y sinceramente me gustaría tener la oportunidad de caminar junto a ellos los poco más de 20 km. existentes entre Toreno y Ponferrada, y quien sabe si alguno más.

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¡Si esto no se arregla… guerra, guerra, guerra!

Esta es una de las frases más coreadas en los últimos días durante las reivindicaciones mineras que están teniendo lugar en las cuencas carboníferas de León y Palencia, que recientemente se han extendido a las zonas limítrofes de Asturias con León, en las que la minería también es privada. Junto con «la próxima visita, será con dinamita» es una de mis preferidas.

Aunque esta afirmación pueda sonar con cierto tono jocoso, la cruda realidad es bien distinta. La minería y nuestras cuencas llevan muchos años de capa caída. Y tanto el presente como el futuro no es que sean nada esperanzadores.

Normalmente suelo evitar entrar en temas políticos porque no me gusta tratarlos, pero en este caso es una excepción debido al hondo calado del mismo. Aunque para ser precisos, es más bien una cuestión socio-laboral y económica.

Cabe rememorar que España, en el seno de la Unión Europea, vió hace casi 20 años como sus explotaciones mineras dejaban de ser rentables. La realidad es que a las empresas propietarias de centrales térmicas les resulta más barato transportar el carbón desde Polonia y otros países de Europa del Este o, incluso, desde China y Sudáfrica, por poner algunos ejemplos, que consumir el autóctono. Por ello, tanto España como la Unión Europa apostaron en su momento por realizar una reconversión industrial en las cuencas mineras españolas, mientras mantenían ciertas explotaciones abiertas para poseer una reserva estratégica de mineral. De esta forma, prejubilaron a la mayoría de nuestros mineros -muchos de los cuales decicieron volver a sus lugares de origen, mientras que otros, que eran oriundos de estas zonas, optaron también por marcharse- y realmente nos dieron muy poco a cambio.

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