El escritor y periodista berciano Manuel Cuenya presentó durante la tarde de ayer, viernes, su obra «Mapas Afectivos», en la Casa de León en Madrid. Es algo que ya conocíais, porque os lo habíamos anunciado en la entrada que hicimos el jueves, aquí, en Plumilla Berciano. Aunque hoy es el turno de contaros la crónica de lo allí celebrado. Un artículo que estoy escribiendo ahora mismo con los cincos sentidos y que espero que vosotros lo estéis leyendo de igual forma. Es algo que yo siempre intento hacer y una máxima que Cuenya recomienda a sus alumnos de sus cursos de escritura creativa, algo de lo que también hizo partícipe a las aproximadamente 50 personas que asistieron como público.
El acto comenzó unos minutos después de las 19.30 horas. El coordinador de Cultura de la Casa de León, José María Hidalgo, introdujo a Manuel Cuenya. Tras la presentación, un servidor, Juanma G. Colinas -por si alguien es la primera vez que accede a este blog y no me conoce-, hice alusión al hecho de que hacía ya 5 años que habíamos tenido la oportunidad de presentar otra obra de Cuenya en el mismo escenario: La Fragua de Furil. Además, mencioné a Valentín Carrera, autor del prólogo del libro, haciendo referencia a que, al igual que él, soy amigo del autor y, por ello, me iba a ser difícil que esto no se notase en mi intervención. Aunque, como dejé claro, no recomiendo el libro por este hecho, sino porque me ha encantado. Igualmente, entre otras muchas más cosas, reconocí que Cuenya me había conseguido sumergir, como lector, en un verdadero viaje emocional, porque, según comenté, «Mapas Afectivos» trata precisamente de eso, «de viajes de verdad, hechos con el corazón». Realmente, me ha agradado encontrarme en esta obra muchos destinos que conozco y, por otra parte, me han entrado ganas de descubrir aquellos lugares que aparecen en estas páginas en los que todavía no he estado. Luego, leí algunos pasajes de «Mapas Afectivos», centrándome en varias líneas que hacían referencia a Salamanca, ciudad en la que yo estudié y en la que Cuenya también recibió parte de su formación académica. Y, aunque en épocas diferentes, vivimos algunas sensaciones y emociones similares.