Mónica Domínguez sigue estando muy presente entre nosotros. La recordamos constantemente, siempre con su sonrisa y con la alegría que la caracterizaban. Cada amigo, cada compañero o compañera lo hacemos en nuestros propios instantes particulares, cada uno en los suyos. Pero ayer por la noche fue un momento mágico, muy emocionante y emotivo. Tuvimos la gran suerte de recordarla muchas personas a la vez, en el mismo lugar. Y la atmósfera y energía que allí se creó fue maravillosa.
Después de dos años sin poder reunirnos, debido a la pandemia, el colectivo de periodistas y comunicadores bercianos «Plumillas Bercianos» hemos vuelto a encontrarnos en Madrid. Como lo hacíamos antes, pero sin una persona muy especial. Aunque realmente estuvo con nosotros, porque la tuvimos muy presente. En parte, el motivo de volver a vernos fue precisamente debido a Mónica, gracias a ella. Le encantaría que no dejásemos de vernos, porque le apasionaban nuestros encuentros y nos animaba constantemente a continuar realizándolos, siempre dispuesta a echar una mano en lo que fuese necesario. Como todo lo que hacía con nosotros, dar sin esperar nada a cambio. Ayudando desinteresadamente a los demás, con su eterna sonrisa y contagiando de alegría y vitalidad a todo el mundo. Por tanto, era de obligado cumplimiento retomar nuestras cenas. Aunque solo fuese por sus ganas de que esto ocurriese. Y, además, le debíamos nuestro premio. Ella era una de las personas que mejor encarnan los valores de este galardón. Llevaba el Bierzo por bandera en todos sus viajes y donde hiciese falta. ¡Qué gran altavoz para nuestra querida tierra! ¡Qué gran embajadora!