Como bien sabéis, estos días estoy de vacaciones por mi tierra. No oculto que la zona me encanta… todo lo contrario, siempre que puedo aprovecho para contar, a quien sea, sus bondades. Soy un enamorado de ella ¡Qué le voy a hacer!
No obstante, cada año que pasa, noto como transcurre el tiempo… Unas veces para bien, otras, la mayor parte últimamente, no tanto. Y es este precisamente el tema que nos ocupa hoy. Lo cierto es que siento cierta tristeza e impotencia al ver algunos de nuestros pueblos y sus infraestructuras cada vez más deteriorados, sin que nadie haga nada por ell@s. Voy a evitar dar nombres de localidades, que cada responsable haga acto de conciencia y autocrítica. Pero es que algunas de nuestras villas y aldeas están más sucias que nunca, llenas de pintadas, con el mobiliario ‘urbano’ destrozado, con sus edificios en semi-ruina, las fachadas desconchadas… Buena parte de las veces la culpa es nuestra, de los propios ciudadanos, que no cuidamos lo que tenemos. En otras, también influye la dejadez y desinterés de las instituciones competentes.
Cuando lo anteriormente descrito se cruza con la seguridad, entonces tenemos un problema todavía mayor. Sin que sirva de precedente voy a poner un ejemplo ilustrativo. Aunque normalmente soy muy crítico siempre prefiero huir de la polémica. En esta ocasión, por si hubiese alguna duda, también. Pero es que, como usuario, me ha tocado sufrir estos días la decadencia de la carretera CL 631 entre Ponferrada y Villablino (en concreto entre Toreno y Ponferrada). Casi a modo de fotodenuncia voy a mostrar el mal estado en el que se encuentra la segunda vía de comunicación más importante del Bierzo -tras el tramo de la estatal A-6 que discurre por la región-, dependiente de la Junta de Castilla y León -y por lo tanto la primera de ámbito regional-. ¡Qué vergüenza! ¡Es indignante!
La principal crítica sería para la infraestructura que todavía no está hecha. Y qué realmente no sé si nunca llegaremos a ver. Me explico. La autovía entre Ponferrada y Villablino (con prolongación a la localidad asturiana de La Espina), debería estar construida desde hace unos 20 años. La vía actual , que une dos de los municipios más poblados de León y aproxima Castilla y León con Asturias y viceversa, soporta tráfico denso y pesado. Sin duda, la autovía es una deuda de las diversas administraciones con las cuencas mineras de ambas regiones. Durante los últimos años los diversos partidos políticos gobernantes en las distintas instituciones no han parado de prometerla. Pero pasa el tiempo, y entre estudio informativo y estudio informativo, unos por otros, la casa sin barrer. Pero este es otro tema que daría para escribir largo y tendido y que puede que trate en otro momento.
Por tanto me centraré en el tramo Toreno – Ponferrada, sobre todo entre Cubillos del Sil y la capital del Bierzo, ya que la mini autovía Toreno – Cubillos, a pesar de contar con multitud de deficiencias y errores en la señalización -sin ir más lejos las señales de las salidas iniciales no coinciden con la nueva numeración del kilometraje-, ha sido construida relativamente hace poco y está, dentro de lo que cabe, bastante bien. Eso si obviamos que en ocasiones hay más jabalíes que coches por la calzada. Podrían vallarla mejor. Pero esto también es capítulo aparte.
La mayor parte de las averías y desperfectos se encuentran entre Cubillos – Ponferrada y Ponferrada – Cubillos, tanto monta monta tanto. Y es que la vía que iba a ser auto se ha quedado en una mera calle de Ponferrada -eso sí, larga larga, de unos 10 km.- en la que no se puede circular a más de 40 / 50 km. por hora. En lugar de haberse construido con carriles de entrada y salida -léase también de aceleración y deceleración- y pasos elevados, se optó por la opción de rotondas, semáforos y aceras. Mucho más ‘urbano’ y -supongo- barato. Por ello, se tarda en cubrir este recorrido mucho más que antes. Un gran avance, sí señor. Pero tampoco es este el tema de hoy, ya que lleva hecha mucho tiempo… Precisamente esa es la pega, que fue construida hace bastante… El problema es que rara vez se hace una inversión de este tipo en la zona… pero cuando llega, luego no se mantiene. Y es que tenemos un problema: hacemos grandes obras y luego no nos ocupamos de su conservación. Es una gran pena. Pero en este caso, también un peligro. Lo digo porque hay productos y artilugios que tienen un determinado tiempo de vida y luego se estropean. Es el caso, por ejemplo, de las bombillas. Cuando se instalan ya se sabe que tienen un tiempo medio de duración y que luego se funden. Pues bien, en esta carretera deben de estar esperando a que se fundan todas las lámparas de los semáforos para cambiarlas a la vez. Si no, no me lo explico. Hay juegos de estos dispositivos reguladores de la circulación -normalmente en esta vía aparece un semáforo con dos «cabezas», seguido inmediatamente por otro igual- a los que sólo les queda una luz de cada color. Y es que la situación tiene que llegar al extremo para que se actúe. Muchas veces no se toman cartas en el asunto hasta que no ocurre una desgracia, cuando ya es demasiado tarde.