Como la mayor parte de vosotros sabréis, el poeta villafranquino Juan Carlos Mestre, uno de los literatos más importantes y reconocidos del Bierzo, ha sido nombrado Hijo Predilecto de la Comarca por el Consejo Comarcal.
El evento tuvo lugar ayer por la tarde en la sede de la Fundación de la Energía (Ciuden), ubicada en Ponferrada. Tras la parte político-institucional pura y dura del acto, Mestre cosechó de manos del presidente del Consejo, José Luís Ramón, la insignia de la institución y una escultura conmemorativa, obra de Juan Manuel Salví y Katia Prada, integrantes de la agencia publicitaria ponferradina Salví Design. El locutor radiofónico Luís del Olmo, Hijo Predilecto en el año 2009, fue el encargado de entregar a Juan Carlos Mestre el diploma acreditativo, mientras que el presidente del Patronato de Turismo del Bierzo, Jesús Celemín, hizo lo propio con un retrato, obra de la pintora berciana Leticia Gavilanes.
El periodista, poeta, ensayista y grabador -uno de los autores más mencionados en el Debate Literario realizado por <<Plumilla berciano>>– pronunció un emotivo discurso en el que hizo referencia a otros autores bercianos predecesores suyos, como Enrique Gil y Carrasco, Ramón Carnicer, Gilberto Ursinos, Antonio Fernández Morales, Ramón González Alegre, Norberto Beberide, Andrés Viloria y Antonio Pereira, entre otros. Mestre, que dijo verdades como puños de una brillante factura, hizo contener las lágrimas a los que tuvimos la suerte de darnos allí cita para acompañarlo en tan feliz día, mientras daba voz a los que no la tuvieron: «los obligados a callar cargados de razón».
Como prueba de ello, aquí podéis consultar un video con una noticia elaborada por el portal Bierzotv.com, en el que se puede ver una parte de la disertación de Mestre.
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Por otra parte, cabe recordar -aunque seguro que no sería necesario, dada su popularidad y proyección nacional e internacional- Juan Carlos Mestre es Premio Nacional de Poesía -concedido el año pasado- por su obra La casa roja. Entre otros galardones también recibió el Premio Jaime Gil de Biedma, en 1992; el Premio Adonais de Poesía, en 1982, y el Premio Jaén de Poesía, en 1999.
Podríamos seguir cubriendo líneas y líneas con sus interminables distinciones y obras… pero para profundizar más en su biografía y trayectoria, aparte de los enlaces proporcionados, os recomiendo un extracto de la entrevista realizada por Silencioselee.com, titulada Hablando con… Juan Carlos Mestre.
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Además de todo esto, Juan Carlos Mestre es, en mi opinión, un tipo cercano, afable y humilde, que disfruta al estar rodeado de sus amigos y seres queridos. Un auténtico poeta sin pelos en la lengua de los que ya son difíciles de encontrar, que nos enriquece día a día con sus versos y que llama a cada cosa por su nombre, aunque lo haga de forma lírica. Un gran embajador del Bierzo, de la poesía y la música, glocal, de lo local a lo global y viceversa, que no olvida sus orígenes y que siempre que puede recuerda a sus maestros y paisanos.
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ACTUALIZACIÓN
Discurso de Juan Carlos Mestre
Queridas amigas y amigos, respetados representantes de los dignos ciudadanos de nuestra tierra, autoridades de la democracia. Yo no tengo palabras que puedan estar a la altura de vuestra generosidad. Vengo a esta asamblea con humildad, y también con el pudor de quien no se atreve a pensar en ningún otro motivo que no sea el de la fraternidad, para daros las gracias en nombre de algo que representa mucho más que yo, de la conducta en el esfuerzo de la que yo solo soy una minúscula parte en la continuidad de otro trabajo y pensamiento mayor. Seré breve, pero he de explicarlo en honor a la deuda que ahora contraigo, simbólicamente, con nuestra común tierra natal.
Antes de que tuviera uso de razón estos valles del Bierzo fueron el protectorado de mi infancia, el lugar de la memoria donde se fundan los primeros sueños e ilusiones de la conciencia, la identidad y el amor por las únicas posesiones perdurables de lo humano, la conducta civil de los que aferrados con las manos desnudas al relámpago de todas las intemperies, saben que no tendrán más alta tarea en la vida que la de cumplir un encargo: mantener inmaculada y pura la sonrisa de los muertos, devolver a las aldeas la necesidad de su soberanía en los mapas de la dignidad, hablar con la voz prestada de los que no tuvieron voz, los obligados a callar cargados de razón, los analfabetos pobres de las montañas morales de nuestra geografía. Y dejar testimonio, escribir bajo la fugacidad de las estrellas lo que la voz sagrada de los perdedores, los fracasados, los humillados por los discursos de orden, los represaliados por el autoritarismo, los inundados de lágrimas, los inocentes y los justos, los esclavizados por la usura del mercado, los que no tuvieron ninguna otra posibilidad de ser que no fuera la intemperie, la resistencia o el exilio económico que en nuestra tierra durante tantas décadas se llamó emigración. Hablo de los acogidos en la voz de los poetas, de los que atravesaron la noche con un candil de esperanza por toda pertenencia, de los que madrugaron a la muerte en el esfuerzo más épico, de las generaciones de mineros y labradores que están hoy rozando con sus manos bajo la tierra las raíces de nuestra dignidad como pueblo. Y hablo de lo que hablan los poetas conscientes de ser siempre la voz de otros, la restitución del valor que tienen las palabras cuando se ha olvidado lo que significa la palabra justicia, la palabra trabajo, la palabra misericordia. Hablo de los justos que nunca tuvieron derechos y de los inocentes que nunca tuvieron justicia. Hablo de los huéspedes morales de mi idioma, los maestros de la utopía, los represaliados por el doble crimen del olvido, los 13 de Priaranza y todos los conmovidos anónimos que aún laten bajo la memoria de la razón y los sueños. Ellos si que serán los hijos eternamente predilectos en el corazón de la tierra. Queridas amigas y amigos, por qué habla un poeta de estas cosas. Habla porque no puede callar, habla porque de niño le hablaron los árboles y los pájaros y entendió que hay otros lenguajes de la tierra ingenua que también traen su recado al mundo. La tierra, los ríos, los valles están ahí desde que el mundo es mundo para ser respetados, los bosques, las antologías del viento y del aire están ahí para ser leídas por la respiración de los siglos y ser cuidadas con la delicadeza de cuanto nos ayuda a ser y a vivir, la tierra, las criaturas del monte y las praderas, el medio ambiente, el horizonte del porvenir, está ahí para ser respetado y cuidado, no para ser explotado a nuestro antojo, no para ser sometido a la usura de los mercaderes, no para servir como propiedad privada a la utilidad de unos pocos. No de otra cosa habla la poesía al hombre contemporáneo, es la suya una voz que viene de muy lejos, viene del esfuerzo de los antepasados de aquellos de quienes heredamos lo que ahora tenemos, de Gil y Carrasco que vio el Bierzo como un paisaje lleno de personas arrastradas por la pasión y los vínculos de la fraternidad y el amor, viene de Ramón Carnicer que puso la palabra dignidad sobre la mesa de los poderosos que condenaron a la miseria a generaciones enteras de nuestra tierra, viene del joven poeta suicida Gilberto Ursinos que se quitaba el sombrero ante un cerezo en flor, viene de Fernández Morales y González Alegre que escribían en la lengua en la que sueñan los hombres que siguen leyendo en las estrellas el alfabeto de la imaginación del Noroeste, la lengua de Castelao y Rosalía que también es la nuestra, viene de Norberto Beberide, el sabio necesario, y de Andrés Viloria el patriarca de lo silencioso y mágico, y viene de la joven pasión de Toñín González Guerrero, enamorado en el agua de las altas de las altas nieves, y viene, crecida y desbordada por todas las auroras del porvenir, del patriarca Antonio Pereira que como Cervantes nos enseñó que aprender a ser libres es aprender a sonreír. Ellos están en nosotros, son parte de nuestra conciencia en la legislación invisible de cuanto nos otorga identidad como pueblo, ellos y los padres de nuestros padres, y los abuelos de nuestros abuelos, mineros, campesinos, sastres, herreros, pequeños comerciantes de ultramarinos, panaderos, oficinistas de los juzgados de paz, hortelanos, carpinteros, viajantes todos por la melancolía de los que alguna vez tuvieron sitio en la casa de los sueños. Amigas y amigos, las palabras han sido hechas para construir la casa de la verdad, no para destruirla. Me habré equivocado, pero no he hecho otra cosa en mi vida que escribir palabras, palabras que recuerdan el significado de las palabras, palabras dichas como una irrenunciable exigencia ética que opongan algún tipo de dificultad a todas las formas de la injusticia. Sin palabras no hay manera de fijar las ideas en la escritura, sin pensamiento no hay energía espiritual para el proyecto humano. Pertenezco a la tribu de aquellos que han renunciado a ejercer todo tipo de autoridad artística sobre los demás, pero he elegido a aquellos con los que cruzar los caminos de la vida, la gente de mi clase, los trabajadores, los que sostienen con sus brazos la arquitectura del universo con la esperanza de una sociedad más justa donde algún día sea imposible la miseria y el sufrimiento, los que salvaguardan la tierra como heredad responsable de las generaciones futuras, los que velan por la restitución civil de la dignidad de los humillados, los que se sienten súbitos y solidariamente enlazados a las víctimas, los que creen ciegamente que la vida carecería de sentido sin resistencia al mal y aún saben que contra la mentira de los significados el elogio de la dignidad humana también pasa por seguir recordando lo que significa la palabra piedad, la palabra justicia, la palabra fraternidad y la palabra misericordia. No hay libertad, como no hay democracia posible, si el engaño se instala en la médula del lenguaje, si el veneno de la demagogia corrompe los significados de la esperanza, borra la historia de la lucha por los derechos civiles y la libertad de pensamiento, aplaza el derecho a la felicidad de todos los seres humanos. La poesía es un acto de legítima defensa contra todas las formas de poder que han pretendido cambiar el destino ciudadano de la utopía y la honradez intuitiva de la imaginación. No tiene otro negocio la poesía, no tiene otro objetivo que el de seguir poniendo nombre a los sueños para que las estrellas sean algún día para quien las trabaja. Muchas gracias por haber estado de ese lado hermoso de la vida, del lado de la inmensa minoría, del lado de esa otra manera en la que aún ha de seguir siendo posible estar en el mundo; una sociedad que restituya la salud del bien a los lenguajes con los que cada ser humano interpreta, modifica, imagina y sueña los desafíos del porvenir. Del lado de la poesía, amigos, de la conciencia invisible y perdurable de la desobediencia al mal y el valor absoluto de la Libertad. Gracias. Muchas gracias a todos.
Juan Carlos Mestre
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Mestre es, además de un amigo generoso, un espejo limpio en el que reconocemos el verdadero rostro del Bierzo que a muchos nos gustaría compartir. Es nuestro mejor poeta de todos los tiempos, sin ningún género de dudas. Y un modelo de compromiso ético. Enhorabuena, amigo predilecto.